El
sábado 20 de octubre tuvo lugar la esperadísima presentación del disco "Bach" en el
Centro Cultural San Isidro, que cumplió con la fiesta que prometía y además superó toda
expectativa.
No faltó la soberbia puesta en escena a tono con la portada del
disco, el coqueto merchandising que incluía desde stickers y remeras hasta
encendedores y pares de medias, la efusiva ovación de la chinada -que ya se
sabía las letras de memoria-, y el estallido de globos de colores cuando
arrancó “Tema de Susana”, pero lo que
realmente emocionó fue ver cómo estos seis amantes del buen ritmo y los apodos
cariñosos, tras casi dos horas de show, no quisieron abandonar el escenario y
terminaron fundidos en un intercambio eterno de abrazos y rostros conmovidos,
con la simbólica “Let’s Stay Together”
de Al Green sonando de fondo.
Al
mando de la retronave, un elegante Goyo Degano volvió a
demostrar por qué es una de las mejores voces que nos ha dado el indie.
Mientras el público calentaba sus gargantas coreando los temas de BACH con todo el vigor que merecen, el
bandón sobre el escenario desplegó su fina artillería groovera, con el paso
firme y la sutileza de quienes se saben en el camino correcto.
“Quizás
fue demasiado”, cantaba Goyo en el estribillo de esa balada que inauguró una
pista de lentos mental en cada uno de los presentes. Pero con BACH más bien sucede a la inversa: nunca
es suficiente.
Los Chinos supieron aprovechar al máximo los recursos de un
álbum que ya de por sí resulta adictivo en la escucha íntima, poniendo toda la
magia del espectáculo a su servicio, y transformando el disco más arriesgado de
su carrera en una apoteósica misa en clave upbeat.
¿Y los vientos? Vaya lujo;
la dupla cañera se lució de comienzo a fin, aportando matices melódicos al
mejor estilo Culture Club en “Tu órbita”
y “Súper V”, fundiéndose en
climáticos pasajes instrumentales e incluso batiéndose a duelo.
También quedó
tiempo para interpretar clásicos indiscutidos como “Correr” o el ya emblemático “Nunca
estuve acá”, y como buenos herederos del rock nacional de los ‘80, hasta se
dieron el gusto de homenajear a Soda Stereo con una exquisita versión de “La cúpula”.
Más allá del guiño
nostálgico, si hay algo que tienen claro estos muchachos -y así también lo
demuestra la intensidad de sus seguidores- es su compromiso con el presente; si
bien no ocultan su amor por estilos de otras épocas, nada tienen que envidiarle
a ese pasado que reverencian.
Afuera acechaba la tormenta y adentro todo era incandescente. “¡Yo me
quedaría a vivir acá!” suspiró Goyo en voz alta antes de “Dije tu nombre”, y el cierre llegó con “Ácido”, para coronar lo que terminó siendo una noche épica en la
historia de este grupo, que aún en el mejor momento de su carrera mantiene los
pies en la tierra, y el corazón ahí donde tiene que estar: latiendo al beat de
las canciones.
Cobertura periodística de Sebastián González, estudiante de 2º Año de Comunicación Social.
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