miércoles, 28 de agosto de 2019

LOS ESTUDIANTES DE COMUNICACIÓN SOCIAL VISITAN LA EX-ESMA

   El día sábado 24 de agosto a las 11 horas  junto a mis compañeros y compañeras de  segundo año de Comunicación Social, realizamos una visita guiada al Museo Sitio de Memoria ESMA, el ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio, ubicado en Av. del Libertador 8151 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con entrada gratuita y que está abierto de martes a domingos de 10 a 17 horas.

  La visita incluye un recorrido por el edificio del ex Casino de Oficiales, que hoy es evidencia del terrorismo de Estado, prueba material en el proceso judicial y museo. Comenzamos en la recepción donde un guía nos dio la bienvenida y nos hizo pasar al antiguo salón de esparcimiento de los oficiales, un lugar amplio donde nos contó que había juegos de billar y quedan aún los restos de un bar con una barra y bebidas.  Allí nos sentamos y vimos una proyección de catorce minutos que nos situó en el contexto histórico argentino desde 1930 hasta la última dictadura militar. Vimos testimonios  sobre las detenciones, los centros clandestinos y las torturas.

   Por otro lado, se mostraba al dictador Jorge Rafael Videla en una conferencia de prensa, en 1979, diciendo: -“Es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está”, generando escalofríos e impotencia.  Aparecen, también, madres y abuelas desesperadas pidiendo por sus hijxs y nietxs, reclamando porque les cerraban las puertas en todos los lugares donde los buscaban: consulados, embajadas, ministerios e iglesias.

    El video finaliza con la marcha del pueblo el 30 de marzo de 1982 desde 9 de julio hacia Plaza de Mayo al grito de:- “Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar”, que resultó  fuertemente reprimida por las fuerzas armadas.

   Luego, el guía nos hizo referencia que allí funcionaba la Escuela de la Armada y que éste fue uno de los más de 600 lugares de detención ilegal que existieron en nuestro país.

    La casa de los oficiales era el núcleo del centro clandestino, por este edificio pasaron alrededor de cinco mil personas, de las cuales la mayoría fueron arrojadas vivas al mar. Toda la construcción del museo se hizo sobre la base de los testimonios de los aproximadamente 150 sobrevivientes, que sirvieron para los juicios, ya que, hasta hoy, los marinos mantienen el pacto de silencio sin dar ningún tipo de información sobre lo que sucedió.

  Antes de seguir el recorrido, el guía nos pidió que dejáramos nuestros bolsos en un guardarropa, y que no nos apoyásemos en las paredes, ni tomáramos fotos con flash, ni comiéramos, ni bebiéramos; ya que todo esto podría perjudicar las evidencias de la Megacausa ESMA. 

   También  por este motivo desde que se recuperó en el 2004 el edificio, no se puede pintar, ni arreglar y por eso se ven las paredes descascaradas y con manchas de humedad.  La muestra museográfica se encuentra en pilares de cemento y se recorren todas las instalaciones sobre tarimas.   Los proyectores, requirieron la aprobación de un juez.

  Continuamos el recorrido por las siguientes salas donde estaban el comedor y la cocina.  Allí hay información sobre la ideología de las fuerzas armadas y sobre cómo funcionaba todo el predio como escuela y centro clandestino a la vez. Además, hay una muestra temporaria que habla sobre la violencia en particular que recibieron aquellas mujeres y embarazadas detenidas.

 Observamos las manchas de humedad en una pared donde hubo un ascensor y una entrada al sótano, reformados por los militares para despistar cuando en 1979 vino a la Argentina la Organización de Estados Americanos (OEA) para una inspección. Por ese mismo motivo los detenidos fueron trasladados a la llamada “Isla del silencio” en el Delta, propiedad de la iglesia católica que se la cedió a la marina que la usó provisoriamente como centro clandestino. El resto de las personas que no llevaron a la isla fueron “trasladadas”, término  que utilizaban para referirse a la eliminación física  a través de los vuelos de la muerte.


   Subimos al primer y segundo piso por las escaleras, donde estaban las habitaciones de los oficiales pero no pudimos ingresar. El guía nos contó que están exactamente como la dejaron los marinos en 2004. Por esas mismas escaleras lxs detenidxs eran llevados encapuchadxs en cualquier momento del día a Capucha, principal lugar de reclusión de lxs prisionerxs, denominado así por los represores. Allí se encontraban en colchonetas de setenta centímetros por dos metros, separadas entre sí por una pared de un metro de alto, permanecían encapuchadxs y esposadxs durante todo el día; eran llamadxs por un número en vez de sus nombres y en caso de necesitar ir al baño, el guardia les traía un balde.  Las ventanas permanecían cerradas y pintadas de negro, solo había una luz artificial que alumbraba muy poco y no había  calefacción central ni aire acondicionado. La tortura en este lugar era más bien psicológica, había olores, ratas, no sabían en qué momento del día se encontraban, en invierno con  mucho frío, y en verano con calor.

   El recorrido sigue por las habitaciones de las embarazadas donde, a partir de 1977, se monta una maternidad clandestina, donde las mujeres eran llevadas a partir del séptimo mes de gestación, en ese lugar no tenían mejores condiciones que los demás, pero a veces les permitían levantarse la capucha y les daban frutas, con el tiempo empezaron a tener la posibilidad de ser acompañadas por otras mujeres en la misma situación y es así como se saben los nombres de algunos de los médicos responsables. Luego de parir, les hacían escribir una carta donde contaban las condiciones en que habían nacido sus bebés para sus familiares, pero los bebés y las cartas nunca llegaban.  Los militares o sus allegados se apropiaban de los niñxs y las madres eran “trasladadas”, a esto se lo denominó Plan Sistemático de Robo de Bebés.

  Hubo un caso en que sí fue devuelto a su familia, Sebastián, el hijo de Patricia Mancuso. 

 Por otro lado, dos personas que hoy pertenecen al ámbito político fueron nacidos en la ESMA: Victoria Donda y Juan Cabandié.

   El siguiente lugar por el que pasamos era el denominado Pañol donde guardaban todas las cosas que se robaban de las casas de los detenidos, que eran  desvalijadas.. Allí había trabajo forzado, ya que, llevaban a alguna persona a acomodar y clasificar lo que se robaban. 

   Por el mismo camino se encuentra “La Pecera”, donde también llevaban personas a trabajar: hacían análisis, traducción y resumen de notas periodísticas políticas para los jefes de grupos de tareas, quienes se dieron cuenta del capital intelectual que tenían en Capucha y lo usaban a favor de su proyecto político. Estar ahí no les garantizaba la vida, a veces rompían sus trabajos para el otro día volver a comenzar y quedarse ahí; o decían que no podían con tanto para que llamen a algún compañero o compañera y liberarlxs por un rato.

 Cuando regresamos a la planta baja, pasamos por Los Jorges, donde estaban las oficinas de los jefes del Grupo de Tareas y a continuación la casa del Almirante, el director de la ESMA, Rubén Jacinto Chamorro, una casa lujosa con una entrada independiente y otras al casino.

   El anteúltimo lugar que visitamos fue el Sótano, donde se juntaban las bases operativas del sector de inteligencia y operaciones del Grupo de Tareas. El sector de inteligencia era el sector burocrático donde decidían la vida o muerte de quienes pasaban por allí, tenían fichas con sus datos, la foto que les sacaban después de torturarlos, el número que les ponían en lugar de nombre. Gracias a esos números se saben que pasaron cerca de cinco mil personas, ya que, tenían una numeración del cero al nueve mil noventa y nueve y se iban repitiendo. Esas fichas no se saben donde están, la marina no las aportó a la justicia.  Por otro lado, el sector de operaciones se encargaba de planificar y organizar los próximos secuestros.

   Por último, nos dirigimos al “Salón Dorado”, el antiguo salón de ceremonias, donde vimos una proyección de ocho minutos, la misma contaba la situación actual de los responsables de lo sucedido en la ESMA. 

   Nosotros sentados en el centro, vimos a nuestro alrededor una ficha de cada culpable de lo sucedido, sus nombres, sus puestos y los delitos cometidos. Comenzaron a mostrar partes de los juicios desde 1985 cuando se da el Juicio a las Juntas, hasta el día de hoy y sus condenas.

   La memoria, la verdad y la justicia fueron proclamadas políticas de Estado en la ex ESMA, esto es producto de la incansable lucha de los organismos de Derechos Humanos y los juicios son la principal forma de saber lo que pasó con el terrorismo de Estado y reconstruir nuestra historia. 

    La causa se divide en partes, ahora estamos atravesando la cuarta, el último juicio fue en 2017, aún queda mucho por saber, porque es un proceso largo. 

   Es interesante saber que son abiertos al público y cualquiera puede ir a presenciarlos y acompañar a los familiares de los desaparecidos. Argentina es uno de los pocos países que juzga a los represores en un tribunal civil. 

   Los sitios de memoria se encuentran en todo el país y el guía nos invitó a volver, a traer conocidxs y a reproducir toda la información que nos llevamos y contribuir a la MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA.

Cobertura periodística realizada por Giuliana Mariel Gambino, estudiante de 2º Año de la Tecnicatura de Comunicación Social.


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